Porque ninguna brisa por fría que sea puede arrasar lo cálido de unas almas enredadas entre ellas. Por la belleza reflejada en todo lo que no cuesta dinero...

DESIERTO XXXIII

El desierto nevado me llama con alegría, con el radiante sol inundándolo todo, derrochando la belelza de las pequeñas cosas. Seré un desierto en calma que disfruta con lo sencillo. Cuando lo complicado no puede romper los muros del afecto...

¿Y en el final quien tocará alegre?. Entre los palacios de arena que nunca existieron suspendidos en el aire en ésta tierra y los pequeños momentos bellos fabricados de la nada.... Tan puros. Se acaba. Con la única certeza de que el sol se irá y caeré en la noche. Ojalá el tiempo se muera.

Cuando la vida es puro jazz camino de ser blues... ¿En que maldito planeta podría esconderse tanta belleza para que nunca nadie la corrompa?. Quizás entre oreja y oreja porque lo que hay ahí siempre permanece inescrutable. Acorralada por las ausencias.

La luna se apaga con los días, el fuego crece desde las entrañas del desierto. Éste desierto quema, construye paz en mi mientras construyo vacio con el que lleno los recovecos del alma. La belleza se respira y a veces es traidora como la felicidad extrema que nunca se queda porque arrasa como el fuego acaba con la paja. Preparando la pirueta hacia la caída infinita cuando el universo ha dejado de hacerme las cuentas. Construyo el vacio por donde me caeré como una cascada.

DESIERTO XXXIII

La luna llena parece caer a pedazos. El ruido se rompe y se hace silencio. Entre las mareas de arena cabalga el fuego. Las puertas el infierno se han abierto. El desierto me está mirando y yo sólo atisbo su vacio. Seré desierto.

DESIERTO XXXII

La luna se va llenando como el fuego se va avivando. Las estrellas me miran con su semblante impasible en la cascda del tiempo. El agua se ha ido, huyó de esta tierra. Seré como el desierto esperando un oasis. Soy desierto sentada ante millones de pensamientos esperando el fuego.

Las tardes se han vuelto de fuego con mareas de aire cálido que abrasa. Amarillo. Fuego en el cuerpo. El refresco de la noche ya suena a tambores de guerra. Porque la dualidad noche y día sólo es un eslabón en lo complido de un infinito donde nos debatimos en la encrucijada de los tiempos. En los agujeros por donde se pierde el olvido y la memoria. Porque sólo somos agua entre los dedos del universo.

Azoto con el látigo los minutos porque entre los dedos se me cae el tiempo. Se resbalan los días mientras acaricio las pequeñas cosas bellas. Porque cabalgar en la ola de los tiempos, en la loma entre el ayer y el hoy mientras sopla el viento que te empuja a no mirar atrás es vivir con la la alegría de ser un poco más libre. Porque cualquier horizonte es más bello que las sombras que quedan a tus espaldas.

Derrochando en las teclas las tardes de caramelo que no existen y que se imaginan al sol mirando al mar. El mar me atrapa y me aleja de los desiertos que nevados o no sólo son desiertos. No había buitres leonados, sólo recuerdos aciagos y la extraña música que suena a lo lejos como si el viento desesperado intentase animar la naturaleza muerta. Porque añoro aquello de lo que huyo en las paradojas de mi mente. En las montañas de la locura.

Aullando a los pies de la luna que está por llenar, canto a la soledad que me acompaña como una buena amiga con la que siempre quiero contar aunque de vez en cuando la deje casa y salga por ahí a cazar sensaciones. Aullando en mitad de esta nada, mirando al cielo arrastro los pensamientos como grandes amigo de borrachera que luego se van. Aullando con la resaca del bebedor que siempre fue abstemio. Es tiempo de yo.

Y me llevan las olas de pensamientos cuando desnuda siento el palpitar de la orilla del mar tan cerca de mi interior. Añorando un paseo. Y el leve titilar de las emociones a flor de piel, a veces convierten el día a día en una alegría que vaga ignorante por los caminos que nos separan, porque será la seda que nos acaricie en la encrucijada de miradas por descubrir, y dará a luz la belleza de todos los encuentros imposibles y el baile que acabará siendo bien agarrado.

Hay un demonio que me dice pruébalo... Y con el fulgor de las pupilas inyectadas en llamas espero con la bella apuesta del todo o nada, sin que haya jugadores, sin que haya tablero. Cómo la bella dama de sonrisa congelada ...y no sabe que sonrio. Y es que en mi apuesta ya lo he perdido todo porque todo está por ganar. Y espero una primavera que florezca en mitad de este invierno helado. He mirado al mar a los ojos y he lanzado miles de pensamiento convertidos en pétalos que acarician cualquier pensamiento triste. Tengo el fuego de la belleza rozando la punta de mis dedos.

Sólo nos une el mismo cielo estrellado bajo el que respiramos. Tan lejos y tan cerca. Ojalá el viento nos traiga el aroma y la paz de los sueños al alcance de la mano. Cabalgo sobre la belleza con los ojos vendados por si me caigo por los pozos del olvido, dedicándote la mejor de mis sonrisas por si me quieres quitar la venda... siembro flores de invierno y en la lejanía escucho los tambores de guerra que no cesan, que no olvido, que no puedo dejar escapar.... Qué ya no sé que me cantan ni que me quieren decir, que quizás no digan nada o puede que lo sean todo. A los pies de la locura que me lleva en duermevela por las hebras de la cordura, que me permite seguir esperando. A pecho descubierto y ojos risueños.

Amante de la belleza, azotando los demonios, observando la belleza nacer a lo lejos en las cumbres nevadas. A veces somos como el hielo que todo lo quema, buscando amanecer entre el arrullo de madrugadas sin prisas y mañanas congeladas en el tiempo, en el espacio, en la nada... Y que no me reclame el mundo porque me bajo y me marcho. Las cárceles del tiempo nunca fueron buenas compañeras, nada puede nacer aprisionado por las horas... Y asi canto mi canción perdida por los tiempos de duelo.

En la caída de la cascada de mil pensamientos, me precipito hacia el vacio de las ideas muertas que una vez tuve. Mi sonrisa me mira desde arriba los precipicios se abren ante mi. A veces me cuelgo en la liana de los tiempos muertos y viajo en busca de algo que ya ni recuerdo. Estoy en el techo de todos los agujeros.

Vamos de casualidad en casualidad,haciendo piruetas por el tiempo. Estoy a un millón de noches. Volverás. Te esperaré entre un millón de estrellas. Cuando el desierto nos haga hueco entre sus dunas y la calma sea como la arena dorada perdida en el infinito que miraremos de la misma manera.

Al viento. Con el caos agarrado a las venas. Me monto en el caballito del tiovivo y saludo con una mano al universo mientras subo y bajo. Porque un día nos compilaremos todos en un agujero negro hasta llegar a ser la canica que se cae por los pozos del tiempo... Y entonces reventaremos para encontrarnos en un nuevo caos de millones de átomos esparcidos jugando a la atracción de los polos infinitos.

A veces dejo que el caos me inunde y me reordene el mundo.

DESIERTO XXXII

A veces huyo como las llamas se mueren al soplar el viento. Y no sé, quizás ya no queden cadenas en mi. Alma de duna, seré desierto que libre baila con el viento que lo moldea...

Tú sabes que no funcionaría.... y así nació un cielo entre mis manos que no esperaba. Ahora corro hacia ninguna parte con un sueño que no sabía que tenía. Entre aviones, trenes y carreteras a veces recuerdo que no pertenezco a ningun lugar. Qué hago piruetas en el infinito, con la sonrisa del anciano y la alegría ciertamente amarga de quien le han quitado un regalo que no espera.