¿Y qué le respondo yo al mundo? Más con los brazos abiertos callo, y espero una bofetada de vida que le de por brillar al más puro estilo de la belleza que siempre es una rebelde y sale por donde le da la gana y a veces me atrapa y a veces entre las yemas de los dedos quema y se escapa. Pero nunca dejes de buscar la belleza en el brillo de mil estrellas muertas reflejado en las pupilas de quien creyó en el deseo fugaz de una estrella venida del incorruptible Olimpo de las ideas.

El aroma de los viajes son un colirio para los ojos del alma, que a veces lloran porque todo lo ven y no pueden hacer nada. El bálsamo en el viaje de la vida expresada por la diversa geografía se impregnará en los recovecos de tu ser. Deja que el tiempo se muera al arrullo de mil postales bellas. Muérete de risa como un niño sabio que escala por la vida librándose de cualquier peso con una sonrisa.

Pinto melodias con los ojos, cierro los ojos veo paisajes bellos y las emociones arrasan. Abro los ojos y el teatro de la vida me devuelve una sonrisa, a veces amarga. Las mareas del tiempo mezclan las melodias que se ancla en el alma y se empeñan en ser inmutables en tiempos de turbulencias. Sopla el desierto adentro con su paz sosegada, levantando a ratos su arena dorada, rozando el oasis. En todos los desiertos llueve y florece alguna vez.

El vacio me mira con su alma tranquila y cándida. Una leve brisa sopla, mece la melena hacia la tormenta de los tiempos. Una estatua erguida entre la marea temporal de lluvia y bellezas extrañas. Todo existe frente a la nada. El vacio responde con su calma. El filo de una linea temporal destroza cualquier mirada hierática. Se rompen los espejos que ya no reflejan nada. Cómo un trapecista haciendo piruetas entre agujeros negros. El desierto se ha disfrazado de ser eterno y devuelve la mirada cuando capta el vacio en las entrañas del alma.

Las ideas viven en cuevas, te acechan detrás de la maleza de recuerdos. Llueve en el bosque, llueven recuerdos. El tiempo se enreda en la tormenta, se aburre y a veces sale el sol hasta en las cuevas.

Cómo un caracacol acorralado entre las gallinas, en un lugar donde todo se sabe perdido entre ágiles y enormes fieras... Mejor sacar los cuernos al sol, detrás de la tormenta siempre hay aventureros que saben que el tiempo es una goma elástica capaz de azotar a cualquier bestia y su velocidad. Qué los precipios al final del viaje son terribles fauces para los que tan veloces y fuertes no supieron apreciar lo bello... y cayeron.