El vacio me mira con su alma tranquila y cándida. Una leve brisa sopla, mece la melena hacia la tormenta de los tiempos. Una estatua erguida entre la marea temporal de lluvia y bellezas extrañas. Todo existe frente a la nada. El vacio responde con su calma. El filo de una linea temporal destroza cualquier mirada hierática. Se rompen los espejos que ya no reflejan nada. Cómo un trapecista haciendo piruetas entre agujeros negros. El desierto se ha disfrazado de ser eterno y devuelve la mirada cuando capta el vacio en las entrañas del alma.