La inmortalidad existe en los desiertos. Cuando todo está muerto, cuando no queda nada... Y como en cualquier naufragio es posible renacer de las cenizas, florecer y ofrecer a la vida el espejismo de lo que una vez fue la felicidad. El indulto de la madre naturaleza para con el desierto. El tiempo del vergel, del oasis, la burla de la primavera que se rebela y surge de entre la arena fina, de entre los muertos... Y detrás de la duna observo toda esa fiesta dudando si alguna vez fue real y sí es verdad que hasta a los desiertos se les concede un tiempo muerto.