Y la bella rutina de antaño se apodera de mi. El delicado aroma de lo cotidiano vuelve... y bailo entre los fuegos de la cocina y destruyo con elegancia papirofléxica facturas y sonrió en el sofá. Y la telebasura era la primera maravilla del mundo y cualquier música de domingo era bonita, hasta las misas de Pueblo de Dios... Y...
Despierte o no, la puesta del sol es como lo fue en tiempos lejanos.
El desierto avanza con su serena calma y envía al viento de arena para susurrar y modelar los sueños. Y trato de asir la arena que se escapa entre mis dedos o quizás no se escape. Ya soy parte de ella. Soy de arena. Y los sueños yacen desbaratados, atrapados en el maldito reloj de arena que nadie rompió, ni yo...
Pero todo sigue bello tras los párpados oscuros como lo fue en tiempos lejanos.