¿Y la belleza ya no existe? Quizás se deslizó con los ríos de sangre de recuerdos que se escapan de las tumbas del tiempo. Expulsados del paraíso al desierto de la soledad, a las nieves eternas de las cadenas de la mente.
Sí, se fue.
Y las cadenas son una trampa, un espejo de ilusiones que se alimenta de deseos, de ternura, de paz. La nostalgia es un animal salvaje.