Tuesday, October 31, 2006

DESIERTO XI

... Y la gran bola de fuego apareció por el horizonte, al igual que permanece la arena en los desiertos. Y puede que esa sea la única gran verdad y puede que sea lo más bello que ocurra en éste día.

Porque no hay otro desierto más grande y más pleno que el gran círculo de fuego intentado devorar el cielo, nuestro cielo, que se defiende hasta volverse azul. Porque el cielo, cómo nosotros, a veces no entiende que para convertirse en un ser de luz primero hay que dejarse arrastrar por el desierto. Qué parece que no se puede amanecer radiante sin tropezarse con la penumbra... Porque nada es brillante si no ha conocido antes un lado oscuro.

Porque ni siquiera las grandes verdades importan si no traen buenas nuevas porque todas las espirales acaban en un punto y en todos los desiertos llueve alguna vez... Pero mientras la gran bola de fuego aparezca cada día con el ímpetu de quien intenta reventar la injusticia, luchando por brillar con luz propia; el desierto estará calmado, a salvo aquí dentro, a salvo ahí fuera, recordándonos que siempre hay lugares de paz y lugares de guerra donde no se debe luchar.
Y ya lo dicen desde antaño, desde siempre; al final del tunel siempre hay una luz.