DESIERTO XXXVI

Todo desierto tiene un corazón hecho oasis que con buena voluntad regala a los viajeros extraviados, a veces es sólo un espejismo . Soy desierto. La tormenta de arena enmudece a la lluvia de flores que una vez al año inunda cualquier desierto. Entre la arena, el viento y la ceguera se vislumbra un oasis pendiente o no de hacerse añicos... quizás sea sólo espejismo. Seré desierto.

Atrapada en la belleza, absorvida en los más hondo por un instante, una mirada que se desea eterna. Sin marcas, sin recuerdos, desnuda a la intemperie de una emoción... Vive cada día como si fuese el último y la belleza cobrará más sentido...

¿Cómo se puede atrapar para siempre la belleza que vive al otro lado de un cristal transparente que en ocasiones puedes atravesar, devorarla aun a sabiendas que tendrás que dar un paso atrás salir y mirar de lejos desde el otro lado del cristal? ¿Cómo sobrevivir?

El destino y el azar envueltos en la misma moneda donde el cielo y el infierno parecen fundirse en un beso... Busco la belleza enredada entre los hilos del tiempo que no perdonan ni siquiera el amanecer embelesado de unas almas ilusionadas como la primera vez.

Cabalgando entre el pasado y el futuro, ente las brumas que envuelven cualquier misterio que se intuye bello... Existe un espacio, una carretera donde sólo estás tú y tus baldosas de belleza. Nunca te abandones.