Cuando quería estar allí, estaba aquí. Cuando estaba aquí, quería estar allí. Recobrando el cristal con el que todo se fragmenta y a ratos se construye. Descubriendo las verdes praderas junto a mi hogar como si fuera la primera vez. Observando el perfil dorado que marca el atardecer sobre encinas y olivos. Mirándolo todo con ojos nuevos. Despiártate cada día como si hubieras dormido un millón de años y descubrirás lo bello.

DESIERTO XXVIII

Me atrapa. Me llama. Debo ir. Acudir a la belleza dorada de las dunas. Haré poemas al sol mientras me acuna. Siempre regreso a la belleza infinita de lo simple. El único lugar que nunca te abandona.

Seré desierto mientras me calma el oleaje.

Arrullada en la noche persigo sombras de consciencia. Intuyo la belleza de la luna a través del frío. Donde acaba el día y el aplomo de las estrellas me enseñan que en duermevela todo parece extraño y que la belleza seguirá existiendo a pesar de nosotros.

Las olas arrastran el tiempo. El viento se lleva la calma. Y el precipicio se abre. La tierra bajo mis pies se cae. Pero yo ni caigo, ni dejo de caer, sólo veo el hueco que todo se traga. Ya ni siquiera castigo los minutos con pensamientos negros, ni tampoco con pensamientos bellos.

Sigo aferrada a la belleza que se me escapa entre los dedos como arena del desierto. Ninguna verdad puede importar, cuando sólo hay una realidad. Cuando el futuro se disfraza de ilusionista que aparece tras el humo y se va mostrándo los trucos más macabros. Quisiera devolver mi entrada y la de tantos otros que sufren.

Moldeando la cruda realidad con el único cinzel posible la belleza. Buscando la belleza de las cosas sencillas. Buscando lo sencillo. Sólo queda el canto afilado de un pedernal para limarme los dientes y darle al dueño del universo un mordisco que le arranque la ira. Porque si el que maneja los hilos de todo esto tuviese valor, iría contra mi y no contra él... Y la bestia emana con ojos felinos lista para un nuevo asalto.

Arrullada entre dunas espero, seré desierto entre las sedas del viento.

Ven a por mi, alimaña arrogante, soy el abismo que te está mirando; suelta tus hilos y por una vez deja que su dolor se pierda en mi vacio. Todas las trampas parecen bellas.

DESIERTO XXVII

La visión de las dunas, la paz... El desierto me llama, me aulla. Su vacio me atrapa. El desierto a veces me busca como una bestia. Fabricamos eternos poemas al sol. Èl y yo en una pieza de música infinita al viento, cuando el alma se torna arena cálida. Seré desierto.

Entre un millón de estrellas las noches caminan con la certeza de que un nuevo día las apagará, pero jamás se rinden y vuelven detrás de cada día, como buenas amigas que no piden nada.