A veces la suerte cae como la lluvia en medio del desierto, agradable e inesperada. Y no queda otra que aferrarse a ella aunque se escape entre los dedos. En todos los desiertos florece alguna vez y es entonces cuando nuestra mirada vuelve a ser la de un niño. Aprovéchala. Aprovecha esa mirada.
Buscad la belleza y alimentad el alma.