La muerte de las estrellas es anunciada por su brillo que viaja a través del vacio del universo. Llueve el sol y amanace el mundo. Se enreda la niña naturaleza y ríe a lomos del tiempo que juega a la rayuela con los paradigmas humanos. La vida es un juguete en manos de un tiempo que no existe, de una eternidad expresada en soles nuevos cada día, que no percibimos.