Es a los pies de las tumbas del tiempo donde acudimos a recoger un ramo de recuerdos. Miramos entonces al abismo del pasado sosteniendo el ramo de rosas que nos cinceló, a veces con perfume, a veces con espinas. Es ese proceso la mayor de las bellezas, pues en el cementerio del tiempo de la humanidad y de sus recuerdos hechos espíritus brotan almas únicas e irrepetibles siempre.