Tuesday, February 19, 2008

A veces detrás de una esquina asoma el olor a infiernito...

Entrar saludada por la penumbra, los tonos burdeos y lámparas barrocas era un placer sentada al calor de un chocolate, o ya en la noche al abrigo del fuego. Quemar era la magia. Los infiernitos olisqueaban y se precipitaban como una ola rendidos a los pies de su dueño.

Y entre llamas el infierno se va...