Es a los pies de las tumbas del tiempo donde acudimos a recoger un ramo de recuerdos. Miramos entonces al abismo del pasado sosteniendo el ramo de rosas que nos cinceló, a veces con perfume, a veces con espinas. Es ese proceso la mayor de las bellezas, pues en el cementerio del tiempo de la humanidad y de sus recuerdos hechos espíritus brotan almas únicas e irrepetibles siempre.

No sé es más fuerte por volver de cristal y mudas las lágrimas que tanto escuecen. En cada emoción hay un desierto de sensaciones que forman las dunas del alma.

Cuando sople hielo en el alma busca la belleza en la escritura de sus formas domadas por el viento. La belleza en cualquier rincón, en lo simple, alimenta el alma.

Es el océano del cosmos una desierto frío, pero cálido para la vista. Cenizas y chispas de de vida, cómo los granos de arena que corretean huyendo del viento en las dunas, poseedores  de recuerdos, tesoros almacenados de miles de años.